Enciendan el fuego ================== El atardecer cae en la montaña, mis niños, vean. Ya la noche nos toca la espalda. Enciendan el fuego. Dejen al lado la ansiedad por sus juegos volvamos al corazón ancestral. Enciendan el fuego. He puesto suficiente leña junto al baño, alguna seca, otra todavía húmeda, alguna gruesa, otra delgada. Escojan bien, hábilmente. Enciendan el fuego. No pasa nada si al principio sale algo de humo. Sean pacientes. Que arda el fuego y, cuando se vea bien, de pronto, las llamas naranjas arderán intensamente, como sus corazones. Ahora concentren su mirada en el fuego, pues antes de que lo noten, ya la noche los habrá envuelto por la espalda, y justo ahora que los envuelve la noche, es la hora asombrosa en la que el fuego comienza su historia de eternidad. Esta historia no aparece en los libros que su madre les lee antes de dormir, ni se parece a las fanfarronadas de su padre. No es algo que podrán ver en la televisión. Esta historia la escucharán con sus propios ojos y oídos y corazones desnudos, pues se trata de la historia maravillosa de ustedes mismos. Enciendan el fuego con cuidado, con delicadeza, para que arda con fuerza pero sin llegar a quemar demasiado. Con el corazón tranquilo, enciendan este fuego. Nosotros los seres humanos fuimos animales que encendieron el fuego; y si podemos aún encender nuestros fuegos, seguiremos siendo humanos. Enciendan el fuego. Enciendan el primitivo fuego nuestro. Así cuando crezcan y se aventuren en las vanidosas ciudades y no puedan distinguir las cosas superficiales de las importantes y pierdan de vista el valor de ustedes mismos, aun entonces, sin falla, podrán recordar los días en que contemplaban las misteriosas llamas naranjas completamente envueltos por la noche. El atardecer cae en la montaña, mis niños, vean. Ya la noche nos toca la espalda, ya han jugado suficiente por este día, paren los juegos, comiencen a encender el fuego. He dejado preparada suficiente leña en la cabaña. Enciendan el fuego. Hay leños secos, otros todavía húmedos, algunos gruesos, otros delgados, escójanlos bien, acomódenlos con habilidad. Enciendan el fuego y cuando arda con fuerza, inclinen la oreja a la misteriosa historia de su propio pasado, presente y futuro, aquella historia que comienza a escucharse desde el templo dorado, al interior de las llamas naranjas -- Sansei Yamao. Del libro *Bajo el sombrero de palma* (Yasōsha, 1993). Traducción publicada en *Mandalas: poesía japonesa de Shiki a nuestros días* (ed. también el caracol, 2022). Nota: no copié este poema del original. Así que tal vez Yamao ni siquiera lo haya dividido en versículos. No lo sé. Pero así me gustó, por lo pronto. ~alberto